lunes, 8 de marzo de 2010

8 DE MARZO, DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA

Fuente: libro de visitas de cadiar-alpujarra.com

Hoy es el día de la mujer trabajadora. Felicidades a todas las mujeres, especialmente a aquellas que no ven remunerado su trabajo económicamente "LAS AMAS DE CASA" o aquellas otras que realizan el mismo trabajo que los hombres cobrando menos (animarlas a que sigan luchando porque se contemplen sus derechos en igualdad de condiciones que a los hombres).

HABLANDO DE CASAS ANTIGUAS 2ª PARTE.

Fuente: libro de visitas de cadiar-alpujarra.com


Continuación del artículo publicado en la "Revista de la Casa de Cádiar, Yátor y Narila" por Francisco Alcázar.

HABLANDO DE CASAS ANTIGUAS, II PARTE.


Tercer jinete: el goterón: Este molesto agente es consecuencia directa del "terrao". El "terrao" es una pieza fundamental de la casa tradicional que ahora ha perdido en gran parte su utilidad, pero que se mantiene en muchas casas antiguas. (Los cadiareños han resuelto el problema de las goteras con la sustitución o simple colocación sobre la launa de unas chapas de "uralita": solución provisional que afea la vista del pueblo. Pero este es otro asunto).
Es prácticamente imposible que, tras una temporada de lluvias, o peor si es de nieves, no haya recalos en el "terrao" y se filtren aguas que chorrean del techo a través de losas y "cuartones". Esos soportes de madera: irregulares, curvos, nudosos las más de las veces, y las lajas de pizarra igualmente irregulares y llenas de recovecos son la pesadilla del "blanqueador", que sudaba para darles una mediana capa de cal.
Cuando llueve como suele hacerlo en la España mediterránea, el "terrao" empieza a vomitar agua y barro por las chorreras a la calle. A sus moradores les manda goteras sucias de barro y, a veces, con hormigas; más que goteras, chorreones que manchan las colchas y sábanas de las camas, ensucian paredes y aparadores; estropean arcas, baúles, cómodas, sillones,... Se ha dado la escena surrealista de comer a la mesa con paraguas. Y no saber ya a dónde correr la cama o las butacas buscando algún lugar provisionalmente seco.

Cuarto jinete: el apagón. Este señor no está siempre presente como los dos primeros, ni se ve llegar como el tercero. Su arma es precisamente lo inesperado de su aparición. Cuando estás más tranquilo. ¡zas!: el apagón. Y te quedas a dos velas, si es que las tienes preparadas. La instalación eléctrica de estas casas deja mucho que desear. Aquellos conductores de "cordón", sujetos a los aisladores mal clavados en las imposibles paredes, concienzudamente blanqueados para ocultar su deterioro (¡Que te has dejado un trozo de cordón!, le advertía la dueña de la casa al blanqueador), chorreando de humedad, sometidos a los voraces dientes de las ratas, etc. eran motivo de frecuentes cortocircuitos y cortacircuitos. Todos, desde niños, sabían lo que era "el plomo", el rudimentario fusible.
Con independencia de los continuos e inesperados apagones, la construcción de las casas no ayuda. Cuadras oscuras, sin otro respiradero que el propio portal, dormitorios interiores sin luz natural,... Y todo esto con una instalación eléctrica cicatera. Por ahorrarse unas pesetas se colocaba una luz en una angosta abertura hecha en el tabique que daba a dos habitaciones. Incluso me han contado casos en que una bombilla servía para dos pisos: bajándola por un agujero al piso inferior y subiéndola por la misma abertura al otro piso cuando se necesitara. Consecuencia: todos casi a oscuras, discusiones por el uso del servicio y gasto excesivo de bombillas que se rompen en el trasiego.(hay quienes se agarran a la miseria con el mismo tesón que a la riqueza).
No abundan las cristaleras y las balconadas. Ventanucos, postigos, y alguna ventana, eso sí, con dos hojas: una con cristal y otra sin él. Que de las dos hojas, sólo una tenga cristal, es un misterio que nadie me ha desvelado. Supongamos, salvo mejor explicación, que una hoja sería para el verano y la otra para el invierno. La hoja sin cristal, la del verano, sólo se abría al llegar la noche para que entrara el fresco, pues si se abría antes las que entraban eran las moscas. Esta ventana sin cristal, cumplía a primeras horas de la tarde una función especial y verdaderamente interesante en un trabajo convertido en rito: "echar las moscas".
El joven lector no puede imaginarse la cantidad de moscas que había antaño: la abundancia y proximidad de animales y cuadras lo garantizaba. Para él son arqueología aquellos versos de Antonio Machado que empiezan así: Vosotras, las familiares, / inevitables golosas,/ vosotras, moscas vulgares,/ me evocáis todas las cosas./ ... La expulsión de las moscas se hacía en equipo y en familia, como todas las cosas importantes. Cada miembro se especializaba en un cometido.
A) El que se colocaba asiendo con una mano la hoja sin cristal y abría y cerrada ésta a un ritmo acompasado para atraer las moscas a la ventana. B) Los que con un delantal, toalla o simple trapo, lo agitaban desde el interior hacia la ventana, impeliendo a las moscas hacia la salida, atraídas por los destellos de luz que producía la ventana al abrirse y cerrarse.
C) El que quedaba en la retaguardia igualmente con un trapo oseando a las rezagadas e impidiendo que retrocedieran. La operación se completaba con unas oportunas aspersiones de "flis" con aquel aparato que tanto gustaba a los niños, por si, a pesar de todo, alguna. había escapado a la redada. Quedaba entonces la habitación en suave penumbra, en silencio, sólo roto por alguna mosca que caía al suelo;... luego, el silencio casi absoluto o el rumor lejano de los cascos de una caballería, alguna paloma que zurea,... ¡y la reparadora siesta!.

No es extraño que se confabularan estos jinetes y algunos otros no recogidos aquí para hacer más daño juntos. Incluso los cuatro en equipo. Ocasiones hubo en que al tratar de tapar o limpiar las goteras, originadas por un temporal de lluvias que nos había dejado a oscuras, tropezábamos con la precipitación en los escalones y, por tanto, provocábamos nuevos desconchones,...¡Un espectáculo!.
-Pero, bueno. ¿Es que no hay nada agradable en estas casas? ¿Todo son inconvenientes? Algo habrá aprovechable, digo yo.
-Naturalmente, no todo va a ser trancos, desconchones, goterones y apagones. Ahí tiene las tibias azoteas, y los fresquitos portales, y las íntimas bodeguillas, y las ventiladas cámaras, donde se curan y orean la morcilla, la longaniza, el salchichón, el blanquillo, el morcón,... porque aquí sí que interesa que entre el aire, ese aire nuestro que todo lo cura...
-Oiga, oiga, buen hombre. Disculpe que le interrumpa. Pero eso que acaba de decir me trae a la memoria una duda que me gustaría aclarar.
-Pregunte, distinguida señora, que, si está en mi mano, será un placer contestarle.
-Verá: no es la primera vez que les oigo a ustedes ponderar las cualidades salutíferas de sus productos, sus aguas, su clima...y esos aires que "todo lo curan" Pues bien, mi pregunta es ésta: ¿No serán esos aires los causantes de que ustedes, los cadiareños, desde su más tierna infancia, estén prácticamente todos curados de espanto?
-Ay, mi buena amiga, me ha cogido usted desprevenido y no sé qué contestarle... Me encuentro en situación tan comprometida como la que vivió Benavente en el estreno de una obra suya. Un grupo de empingorotadas damas le espetó en el bullicioso "hall" del teatro: "Don Jacinto, ¿qué opina usted de la situación actual del teatro español?" Y el dramaturgo salió del paso con una respuesta de circunstancias: "Lo siento mucho, mis respetables señoras, pero no tengo por costumbre contestar a tontas y a locas".
-No, si no quiere contestarme, no lo haga.
-Por Dios, señora, no es eso. ¡Qué más quisiera yo que aclararle su duda! Lo que pasa es que el asunto requiere información, tiempo y discernimiento, de los que ahora, lamentablemente, carezco. Daría materia para otro artículo con el que podríamos amenazar a los lectores de esta revista. Mire: lo que sí puedo decirle es que bien pudiera usted tener razón. En principio yo no lo descartaría. En fin,... cosas más raras se han visto en este pueblo.

Fuente de la Información: Artículo publicado en la "Revista de La Casa de Cádiar", por Paco Alcázar.

A PROPÓSITO DE CASAS EN MAL ESTADO

Fuente: libro de visitas de cadiar-alpujarra.com
 
 
La casa que se encuentra en frente del Centro de Salud y que desde hace tiempo se encuentra en estado ruinoso y amenazando derrumbe, será finalmente demolida en breve espacio de tiempo para garantizar la seguridad de los vecinos que transitan habitualmente por dicha calle.

HABLANDO DE CASAS ANTIGUAS.

Fuente: libro de visitas de cadiar-alpujarra.com


Artículo publicado en "la Revista de la Casa de Cádiar,Yátor y Narila" por Paco Alcázar.

NOTA: (Por lo extenso del artículo lo trasladaremos en dos entregas).

HABLANDO DE CASAS ANTIGUAS: 1ª PARTE


Es indudable que la vivienda está de actualidad. Se ha convertido en una obsesión para algunos, un problema para muchos y un tema de conversación para casi todos. No pasa una temporada sin que se abra en Cádiar otra agencia inmobiliaria, con escaparates llenos de anuncios bilingües y atrayentes fotografías de fachadas. Cosas de la "globalización".

Antes, cuando uno necesitaba hacer alguna gestión importante como buscar novia o comprarse una casa, se acudía a los buenos oficios de un hombre tan experimentado como Juan "Madruga", aquel espejo de cortesía, compendio de gramática parda y quintaesencia del cortijero, entre otros títulos igualmente merecidos. Ahora se recurre a los servicios de una oficina aséptica, llena de artilugios, paredes ornadas de diplomas y títulos, con el inevitable ordenador, esa misteriosa e inapelable "bola de cristal" en forma de pequeña pantalla. ¿Qué hubiera dicho nuestro versallesco Juan de la informática, del imperio avasallador del tuteo y de tantas cosas nuevas en tan poco tiempo? En fin: de Juan "Madruga" a internet. ¿Será eso el progreso?

A falta de algo mejor que hacer, le propongo que visite conmigo una casa antigua de nuestro pueblo. La arquitectura popular nos depara bastantes sorpresas, si la observamos con algún sosiego y empatía. Los asuntos humanos dan para mucha conversación. ¿Y qué hay más humano que nuestro hogar: donde aprendimos a andar, a hablar, a amar, a discutir,...?

Ahora bien, si tiene usted que vender una casa antigua no le aconsejo que continúe esta lectura y si es propietario de una agencia inmobiliaria rompa estas hojas, o mejor, quémelas, y a continuación presente una demanda por daños y perjuicios al autor de este artículo. Claro que si no está en ninguno de estos casos, es una persona bien formada y tiene el capricho de darse un mal rato, puede continuar bajo su estricta responsabilidad. ¡Allá usted¡
-Bueno, bueno, no será para tanto,... Ustedes los andaluces, ya se sabe,...
-Mire, usted No es que no queramos nuestras casas. ¡Cómo no vamos a recordarlas con cariño! Lo que yo trato de decir es que si alguien, sin relación afectiva alguna con una de estas casas, pretende habitarlas y acomodarlas a la nueva forma de vida, se va a encontrar con serios problemas, que para tratar de ser pedagógico los voy a resumir en cuatro, a manera de los cuatro jinetes del Apocalipsis.

Helos aquí: el escalón, el desconchón, el goterón y el apagón.

Primer jinete: el escalón. ¿Qué oscuro motivo llevó a nuestros antepasados a llenar de trancos y escalones nuestras casas? Se me dirá que la pendiente del terreno obliga a salvar de alguna forma estos desniveles. De acuerdo. Pero, ¿es esto cierto en todos los casos?. Le propongo que compruebe personalmente lo arbitrario de tanto tranco. Las reformas más recientes han suprimido, sin gran esfuerzo y sin el concurso de arquitectos, muchos escalones. Basta con un poco de sentido común. Tiene que haber alguna razón más profunda que a mí, sinceramente, se me escapa.

No hemos entrado todavía en la casa y ya nos topamos con el tranco. El tranco es el primer impedimento en esa carrera de obstáculos en que se convierte una visita a una casa antigua. Hay que reconocer, no obstante, que el tranco sirve para que los niños jueguen y los mayores tomen el fresco a la caída de la tarde en las veladas veraniegas. "Yo me siento en mi tranquillo/ sólo por verte pasar/ y tú por darme martirio/ por otra calle te vas/...", así comienza una tradicional canción nuestra. Tenga cuidado al pasar al interior pues no es extraño que, sin previo aviso, tenga que bajar o subir otros escalones para acceder a un oscuro portal.

En las escaleras encontrará peldaños y rellanos de incómoda y peligrosa altura. Aquí no reza el clásico adagio griego:"El hombre es la medida de todas las cosas". Parecen diseñados para humanos gigantes, cosa que no es el caso en nuestra tierra. Especialmente adecuados para que los niños puedan rodar por ellos con todas las garantías de hacerse un buen chichón. Si tiene artrosis, no sé que es peor: la subida, forzando los movimientos de las piernas, o la bajada, con el riesgo añadido de vértigo. No espere un pasamanos, es demasiado lujo. Agárrese a la barandilla, si la hay, y..."mucha suerte".

No baje la guardia cuando nos traslademos a otras dependencias, no piense que se acabaron los obstáculos, ya que todos los cuartos están individualizados con un tranco o escalón. Si el albañil, caso raro, no previó el correspondiente escalón, , el carpintero lo remediará cerrando el marco de la puerta por el suelo. Este obstáculo es, si cabe, más traicionero que los otros, porque uno no se lo espera. De la bajada a la cuadra, que en algunos casos es donde está el "servicio", y la subida al "terrao", no quiero extenderme. Peor. Lo dejo a la experiencia de cualquier alpujarreño: Seguro que le dará cumplida información.

La persona que con el uso ha memorizado estos escalones y los supera de una manera instintiva, es decir, que "le ha cogido el tranquillo", necesita un tiempo para adaptarse a la nueva situación, cuando se han hecho arreglos en la casa. No es extraño que se lleve algún susto al elevar o bajar la pierna más de lo necesario y encontrarse con un vacío o relleno que no esperaba.

Segundo jinete: el desconchón. No hay forma humana de mantener limpias las paredes y los techos. El blanqueo anual, más el que repara algún rebañón o desconchón, hace que en pocos años se produzca una gruesa capa de cal que se descascarilla a la menor ocasión, fomentado por la humedad y la mala calidad de las paredes (Contando las capas de cal, nos podríamos hacer una idea aproximada de la antigüedad de la casa, a semejanza de la sección de un tronco de árbol. Siempre que haya sido regularmente enjalbegada). "Tengo un desconchón en la pared/ en la pared yo tengo un desconchón/... Señor doctor, que voy con la brocha..." Esta "inocentísima" canción de nuestros abuelos tendría que estar en boca de aquellas honestas mujeres, pues se pasaban el día a la caza del inevitable desconchón. Hubo algunas que terminaron algo histéricas, a lo que contribuyó no poco este problema.

Los desconchones y las reprimendas de los mayores han formado parte de nuestra infancia: era una tentación escarbar en la pared, a ver en qué quedaba aquello. Más inocente, aunque igualmente placentero, era la búsqueda de contornos de animales, herramientas o cualquier cosa en aquellos desconchones. Teníamos donde elegir en las paredes y techos de "cuartones". Un juego que nos ayudaba a pasar las largas horas de convalecencia en la cama. Y todo esto antes de que se pusieran de moda los tests psicológicos.

Continuará......

Fuente de la Información: Artículo Revista "Casa de Cádiar". Escrito por Paco Alcázar.

LA PROVINCIA DE GRANADA TIENE 200 KILÓMETROS DE CARRETERAS DAÑADAS POR EL TEMPORAL

Fuente: libro de visitas de cadiar-alpujarra.com


El mal tiempo impide trabajar en muchas de las zonas afectadas.

La lluvia caída desde el 20 de diciembre ha dañado 200 kilómetros de carreteras repartidas por toda la provincia. La mayoría pertenecen a la red secundaria, aunque la A-92 no se salva debido al gran socavón registrado el pasado lunes a la altura del término municipal de Jun.

La N-340 en la Costa que une el litoral con la provincia de Almería está sapilcada de baches, grietas y en algunos puntos se han visto invadidos por el lodo y tierra de laderas anexas. En la antigua N-340 que pasa por Rubite, una enorme grieta generada por el movimiento de una ladera la ha dejado casi impracticable.

En la Alpujarra es raro encontrar una vía que no esté afectada por desprendimientos o hundimientos, los más graves están localizados en Torvizcón-Cádiar, Pampaneira-Pitres, Trévelez-Bérchules, Órgiva, Contraviesa y Ugíjar.

En el Poniente, la vía que une Huétor Tájar con Montefrío y el acceso a Algarinejo son los más perjudicados. Y en la comarca de Guadix, el municipio de la Peza sigue sin carretera tras su derrumbe hace dos semanas.

La Consejería de Obras Públicas y la Diputación provincial trabajan duro para restablecer estas vías, pero en muchas no podrán empezar a trabajar hasta que cesen las lluvias. Las dos administraciones tienen previsto gastar 21,8 millones de euros en obras de emergencia, incluida la de la A-92.