martes, 9 de febrero de 2010

¡ASHOOÓH!

Fuente: libro de visitas de cadiar-alpujarra.com


Hoy vamos a reproducir un artículo escrito en "la Revista de la Casa de Cádiar", en su edición del mes de febrero, por Paco Alcázar.

¡ASHOOÓH!


En Cádiar, como en otros pueblos de La Alpujarra, ceceamos. O sea, que usamos el sonido "c" también en lugar de "s". El fenómeno inverso, el seseo, no se da en nuestra comarca, salvo el interesantísimo caso de Mecina Bombarón. Durante el siglo XVI, el idioma castellano, que empezó a llamarse también con toda propiedad español, estableció los sonidos que han llegado prácticamente sin variaciones a la situación actual. Finalmente, predominó la norma de los hablantes de Toledo y Valladolid, dicho sea de forma resumida y elemental. Y así, entre otros cambios como el de la "h" "f" y "j", resultaron dos sonidos claramente diferenciados: "s" y "c".

Sin embargo, en Andalucía los dialectos y hablas locales conservaron hasta el presente distintas variantes: la norma "culta" que diferencia "s" y "c", el uso exclusivo de la "s" o bien sólo el de la "c", representados en nuestra Alpujarra por Jubiles, Mecina Bombarón y Cádiar respectivamente. En el caso de Mecina, con toda probabilidad una reliquia del alefato árabe. Una "s" enfática, fuertemente sibilante que se pronuncia adelantando el labio inferior. Está documentada la dificultad que los moriscos encontraron para adaptarse a la pronunciación del castellano.

Siempre me llamó la atención que, en nuestro avasallador ceceo, apareciera con toda naturalidad y resistiera sin desánimo una palabra con "s", una "s" fuerte y contundente, desafiante y lozana, inasequible al desaliento. Me refiero naturalmente a nuestra exclamación: ¡Ashooóh! Una "s" larga, acompañada de vocales bien abiertas, con la "o" final prolongada y aspirada. Nadie podrá decir que los "pavicos" no sabemos pronunciar la "s". Quede aquí constancia escrita. Una posible serie evolutiva del vocablo podría ser: Jesús, josú o jozú, ajuuú, ashooój (estos dos últimos con significados claramente diferenciados: el primero denota molestia, enfado… y el segundo, admiración, sorpresa, ponderación…).

El ceceo se ha considerado vulgar, salvo en algunos momentos y lugares. Un fenómeno pintoresco, local, paleto incluso. Es un tema que no podemos tratar ahora por falta de espacio. Entre nosotros lo llevamos bastante bien y no faltan bromas y sucedidos. La "s" mecinera, tan llamativa, ha atraído siempre nuestra atención; claro, nos parecía que se pasaban de "finos". De ahí la siguiente y verídica anécdota:

Era la feria de octubre en los años cincuenta del siglo pasado. El "Circo Manolo" llegó puntualmente a la cita. Aquel año venía muy moderno, con un prometedor programa de varietés. El aforo completo y algunos de pie. Todo un año esperando a que llegara el circo. Payasos, prestidigitadores, humoristas… se sucedían en el escenario para deleite y solaz del respetable. (Téngase en cuenta que aún no teníamos televisión) Llegó el turno de las coristas que, si no fuera por no ofender a las y los feministas, le llamaría "el plato fuerte" del menú. A todas se les veía el plumero. Pero fue aparecer en escena la vedette y el público enmudeció ante aquel imprevisto derroche de naturaleza con atisbos de morbideces, exuberancias y turgencias acordes con el canon femenino de la época. Cualidades que sólo los que estaban cerca del escenario podían apreciar en todo su esplendor. (Con toda justicia se le podría haber aplicado aquel elogio de "ni canta, ni baila, ni falta que le hace"). Antes de que nadie reaccionara, un mecinero de la primera fila rompió el silencio con voz atronadora, volviendo la cara, abocinando las manos y mirando al fondo donde presentía a un amigo con menos suerte:

-¡¡Paissano!! ¡¡Está inmenssíssima!!

Hasta aquí la anécdota que me contaron. Yo creo que también se oyó una palabra pronunciada por algunos, ésta de cadiareños:

-¡Ashooóh!

Fuente de la Información: www.rincondeamigosdecadiar.es
Artículo de la Revista de la Casa de Cádiar en su edición del mes de febrero. Escrito por Paco Alcázar.