miércoles, 12 de mayo de 2010

ARTÍCULO REFERENTE A YÁTOR. Escrito por Don Antonio Ceballos y publicado en la Revista de la Casa de Cádiar, Yátor y Narila, en su edición nº 29.

Fuente: libro de visitas de cadiar-alpujarra.com
 

De todos es conocido que el municipio de Cádiar de compone de otros dos núcleos de población: Narila y Yátor. Poco hemos hablado de ellos, no porque carezcan de una rica historia sino porque, quizá, ésta se vea eclipsada por la mayor entidad poblacional de Cádiar. Últimamente he recopilado algunas referencias sobre uno de ellos que creo que merece la pena divulgar, concretamente me refiero a Yátor. Su situación en el camino hacia Ugijar, cabeza de partido, nos proporciona bastante documentación pretérita, incluso actual.
Común denominador de las informaciones es lo torturado y árido de su geografía. Ramblas, barrancos y formaciones geológicas se suceden en los testimonios. El 23 de septiembre de 1805 Simón Rojas Clemente, ilustre e ilustrado botánico que realizó ese año un viaje por Andalucía, transitó los parajes entre Cádiar y Ugijar por el camino que los une. Su testimonio viene a apoyar lo arriba apuntado:

"Tres horas que vía recta serían menos de dos por la desigualdad del terreno, que es casi todo terreras de acarreo, desecho primitivo, todo tierra…", incluso los cultivos a los que alude confirman lo expuesto: "Lo andado hoy tiene bastante viña, algún olivo e higuera y aprovechadita su poco agua, pero las terreras se resienten siempre y aún aquí de su aridez…".
Pero de todos los accidentes geográficos a que aludimos hay uno que destaca por la dificultad que plantea al caminante, se trata de la cuesta que hay desde Yátor en dirección a Cádiar.
No fue asunto baladí para los viajeros, tal era su fama que revisando algunos números de la revista quincenal La Alhambra he encontrado un denominado "romance morisco" fruto de la pluma de Francisco de Paula Castro y Orozco que, con la benevolencia del editor, voy a transcribir en su integridad.
Lleva por título:

Á LA CUESTA DE YATOR,
EN LAS ALPUJARRAS

Oh mal andante, follon.
Villano, mal caballero,
Que feciste este camino
Tan escarpado y estrecho!
Non reposen tus cenizas
En cristiano enterramiento,
Antes sirvanles de pasto
A buitres é ruines perros.
Non inventaste tal via
Para venir al torneo;
Cá estonce fuera aliñada,
E cupieran escuderos.
Sin dubda la descubriste
Para fuyir de algun riepto,
E al denostador dejaste
En el palenque venciendo.
Él llevó, malsin, la loa;
Tú, la mengua y el desprecio,
Pues te ciscaste, villano,
Del atabal al estruendo.-
Ansí fabló Pero Ordoñez
Que la cuesta iba subiendo,
Y en el su corcel llevaba
Una mora que es su dueño.
-Tórname Zaida decia,
Tórname al hogar paterno
E non me furtes, cristiano,
De Yator dó están mis debdos.
Non gozarás mis amores
Nin vivirás en mi pecho,
Cá la prez de malfetria
Non ser pueden mis afectos.-
Desmándase á punto el bruto
E afinca torpe en el cerro,
E á su robador, en cuita,
La morisca enlaza el cuello.-
E por ende Pero Ordoñez
Dice, revolviendo el freno:
-¡Descansa en paz, buen hidalgo
Que feciste este sendero!-


Su autor, el eminente granadino Francisco de Paula Castro y Orozco, abogado de fama, diputado en cortes, Ministro de Gracia y Justicia y Presidente del Congreso en 1845, 46 y 47 murió a los 37 años de edad. Había obtenido el título de Marqués de Gerona y Vizconde de Castro y Orozco por la destacada actuación que su antecesor D. Mariano Álvarez de Castro tuvo en el sitio de Gerona durante la Guerra de la Independencia, hoy día aún se mantiene la calle Marqués de Gerona perpendicular a Mesones. Hay que añadir que estos versos se publicaron en el número dos de la primera época de la revista La Alhambra, 28 de abril de 1839. Esta primera época de la que hablamos abarcó desde abril de 1839 hasta junio de 1843 y corresponde a su denominada época romántica. A finales del siglo XIX tendría una segunda etapa que quizá sea la más conocida. La prematura muerte de este personaje ha facilitado que sea su hermano D. José de Castro y Orozco, también eminente jurista, el más conocido de los hermanos.

Hemos de apresurarnos a decir que, en palabras de Pedro Antonio de Alarcón en su "Viaje a la Alpujarra", Yátor ha gozado mejores cantores citando expresamente a Zorrilla y su "Granada: Poema Oriental".
Si los versos que citábamos antes nos pueden parecer, por decirlo de alguna manera, antiguos en su forma, no deben serlo en su contenido. Aunque con camisa de romance morisco, el mensaje se ha mantenido casi hasta la actualidad: un camino en general y una cuesta en particular capaz, a la vez, de desalentar, moralmente, y dejar sin aliento, físicamente, al más curtido viajero, y como muestra de ello pondremos un ejemplo relativamente reciente.

Francisco Blanco Prieto, a finales de los años ochenta o principio de los años noventa del pasado siglo, llevó a cabo un viaje a pié por la Alpujarra. Fruto del mismo fue el libro "La Alpujarra: notas de un viaje" (Salamanca: Librería Cervantes, 1991) donde además de confirmarnos la fama, en su día, de los higos de costal de Yátor y describirnos de forma realista el paisaje telúrico del que hablábamos, propone a la Real Academia de la Lengua una nueva definición de la palabra oasis, que sería la que sigue: "Cuando se han hecho cuatro kilómetros de tortuoso y empinado ascenso, sin una sombra, con un montón de pisadas, una mochila al hombro, ni una gota de agua y treinta y tantos grados de temperatura, ¿cómo puede llamarse al encuentro con dos gotas de aire y un metro cuadrado de sombra?". Era y sigue siendo la inefable… cuesta de Yátor.

A. Ceballos.

Fuente de la Información: Revista de la Casa de Cádiar, Yátor y Narila. Edición nº 29.

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