jueves, 29 de octubre de 2009

A más amigos, mejor hoyo en Cádiar.

Fuente: libro de visitas de cadiar-alpujarra.com
 
NOTICIA PUBLICADA EN EL DIARIO IDEAL DE HOY.
(jueves 29-10-2009).
 

En este pueblo de la Alpujarra se mide el cariño de un difunto por el número de vecinos que se prestan a cavar la fosa.

Desde hace centenares de años, tras producirse la muerte de alguna persona en la localidad de Cádiar, existe la costumbre de que amigos del difunto se acerquen al cementerio con picos y palas para abrir un hoyo y, 24 horas después, introducir en él el cadáver en la caja mortuoria. En los últimos lustros muchos féretros se depositan también en nichos pero, todavía, las preferencias de los vecinos es hacerlo en tierra, aunque no todo el mundo pueda hacerlo si de antemano no dispone de un trozo de suelo propio.

En este municipio alpujarreño se valoran las amistades del finado por la cantidad de gente que acude a abrir el hoyo y por lo hondo que se hace, según manifiesta el alcalde de Cádiar, Antonio Jiménez Dumont. «Antiguamente, más que ahora, a los que se encargaban de abrir los hoyos se les llevaban una garrafa de vino del terruño, bacalao, embutidos y pan para que recuperasen fuerzas. Los nichos, en cambio son tapados a través de funerarias o por cualquier albañil de Cádiar que lo hace sin cobrar nada por ello», afirma. Pero todo va cambiando. Antes, por ejemplo, a los difuntos se velaban en sus moradas y desde hace un lustro se hace en el tanatorio, aunque también existen costumbres que permanecen como que cuando muere algún músico del pueblo, la banda lo acompaña durante el entierro con marchas fúnebres.

La tradición sigue.
Miguel Mellado, el de la librería, el que vende los periódicos, el de los 'recibos de los muertos'. manifiesta por su parte que «antes, en cada hoyo que pertenecía a una familia, se introducían de tres a cuatro féretros. Ahora sigue la misma la tradición aunque se entierra más en nichos por razones de espacio. Miguel es también, desde hace tiempo, el encargado de doblar las campanas para anunciar la muerte de algún vecino o vecina de Cádiar. «Hasta hace unos años lo hacía tirando de dos cuerdas sujetas a los mazos de dos campanas, pero ahora sólo tengo que pulsar un botón para que doblen por sí solas porque las han automatizado». Y, por si fuera poco, desde 1985 cobra los denominados 'recibos de los muertos' de la compañía 'El Ocaso' que cubre los gastos del entierro cuando la persona asegurada deja este mundo.

Todo un ritual de tradiciones que siguen vivas en este pueblo alpujarreño.

Fuente de la información: IDEAL.es (29-10-2009).

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