domingo, 27 de septiembre de 2009

FUENTE DEL VINO DE CÁDIAR:

Fuente: libro de visitas de cadiar-alpujarra.com

La fuente del vino de Cádiar es probablemente una de las señas de identidad más significativas de nuestro pueblo y de nuestras fiestas de octubre. Buena prueba de ello es su reciente catalogación como "bien de interés turístico de Andalucía".

A la idea de realizar tan curioso invento, (como a casi toda buena idea), le han salido y le saldrán muchos padres, pero lo cierto es que el nacimiento de la misma fue producto de la ocurrencia de cuatro amigos. Parece ser, que aquel año fue bastante generoso y proclive en la cosecha de uva, y uno de estos cuatro amigos tuvo la brillante idea de proponer la realización de una fuente de la que manara vino y que fuera completamente gratuito para todo el mundo. La propuesta se fue gestando entre los cuatro y posteriormente se fueron sumando otros vecinos para materializar y convertir en realidad tan curiosa propuesta.
Pero mejor que especular sobre el nacimiento de la idea, cedamos la palabra a uno de sus precursores, don Luís Rodríguez Zapata, médico de Cádiar durante muchos años. En su libro "Vivencias y anécdotas de un médico rural en la alpujarra" escribió en uno de sus apartados, sobre el tema que nos ocupa, lo siguiente:

FUENTE DE VINO DE CÁDIAR

La fuente de vino de Cádiar fue creada en la feria de octubre de 1967.

Fue la primera, con muchos años de antelación, creada en España y me atrevo a decir que en el mundo. Bastantes años después, en los años 80, en algunos pueblos se comenzó a dar cerveza o vino, pero se ofrecía en un tonel, bien en un grifo o bien escanciándolo durante un día o dos de las fiestas, pero no salía de una fuente.
En Cádiar, sí es una fuente construida para tal efecto y que mana vino los cinco días de la feria para foráneos y lugareños. Con estas características no tengo constancia de la existencia de alguna en otra población.

Esta fuente fue creada por cuatro amigos de Cádiar: Manuel Tarifa López, Francisco Dumont Álvarez, Enrique Morón Morón y Luís Rodríguez Zapata, el que escribe este libro. Por desgracia ya han muerto los dos primeros y sólo quedamos los otros dos.
Hicimos un pacto de caballeros: Francisco Dumont procuraría que el vino cayera por el caño continuamente y después retornara al depósito y los otros tres nos comprometíamos a financiar el vino, aunque como último recurso, tuviera que ser de nuestro peculio particular.

Los cuatro, y algunos simpatizantes que nos acompañaban, nos lanzamos a la calle a pedir dinero para vino. La gente se mostraba extrañada por lo que se pedía y algunos se preguntaban por qué iba el médico pidiendo para vino, cuando a muchos se lo prohibía. Confieso, que pasaba un poco de vergüenza. Para darle un carácter distinto a otras peticiones a favor de los santos, pedíamos el importe de media o una arroba de vino o la voluntad. Un amigo me decía que recordaba con exactitud que en aquel año costaba 8 duros media arroba de vino.

La primera fuente de vino fue un rotundo éxito, como lo ha seguido siendo en años sucesivos. En el año 1992 celebramos las bodas de plata de la fuente y se nos entregó una placa conmemorativa a cada uno de los fundadores. Al haber fallecido Manuel Tarifa no pudo recogerla, haciéndolo su hijo. En unas palabras que pronuncie en aquel acto hice un brindis al cielo por él.
En el 2006 se montó la fuente número 40, los dos creadores que quedamos le hicimos los honores en su debida forma y manera, haciendo votos por su larga duración, que haga el número cien y que nosotros la disfrutemos cuantos más años mejor.

Recordamos una anécdota de la primera fuente:
Había un señor de etnia gitana muy buena persona, muy gracioso y muy apreciado por todos, pero con mucha afición por el líquido elemento del Dios Baco.
Uno de los fundadores, el más joven, y yo, que entonces también lo era relativamente, le dijimos un día que hablamos con él: ¿sabe usted que este año vamos a poner una fuente de vino? Nos preguntó ¿Y eso cómo es? Le explicamos, será una fuente que echará continuamente vino. Dudó y nos dijo: ¿Si? Le aclaramos que sí y que cada uno podría consumir el que quisiera. Su expresión fue indescriptible y nos dijo: ¿Sería un detalle, eh, sería un detalle!
Y lo fue. ¡Vaya si lo fue! Doy fe.

En la Fuente de Vino se pasó de un montaje sencillo, en los primeros años, con un decorado de pámpanos de la vid, apropiado y en consonancia con el líquido elemento, a una construcción típica, imitando los cortijos de la alpujarra, y en algunos años con una imagen algo más fuera del tono de la región.

Fuente de la información: Libro de Don Luís Rodríguez Zapata "Vivencias y anécdotas de un médico rural en la Alpujarra".

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