Fuente: libro de visitas de cadiar-alpujarra.com
Reproducimos hoy un mensaje publicado en el FORO-CIUDAD de Cádiar por nuestro paisano PAVIBARMA.
LA MATANZA, día 1º.
La noche anterior, era de aquellas noches en la que a los niños de la casa nos costaba tanto dormirnos; soñabamos despiertos con el día "de follollo" -cómo se le decìa en Cádiar-. Nuestros padres se levantaban al ser de día, o antes; y nosotros esperábamos que empezaran a rebullirse pa saltar de la cama también.
Se echaban unas astillas al fuego -que no se había apagado- y se ponía un bidón lleno de agua para pelar y afeitar a las víctimas. "Quien repara en pelos no come tocino", se dice, pero se agradece un buén cacho tocino en el puchero sin pelos en la corteza. También se preparaba una buena olla para hacer café malta. Y sobre todo una buena mesa con mantel y numerosas bandejas con higos secos, almendras tostás, nueces, castañas y pan de aceite, tortas en lata, mantecaos etc, además de vino de la casa, aguardiente, coñac y otros licores. Era el pica-pica que se tomaba conforme iban llegando los convidaos -hombres- antes que se hiciera de día. De hecho, la escabechina empezaba antes del alba; hasta el punto que cuando encendíamos la primera arbulaga aún era noche cerrada. También llegaba la matancera para "parar la sangre", a fin de que no se coagulara, en el momento que el mataor lavaba la papada del animal y metía su afilado cuchillo hasta casi tocar el corazón. Era esta una maniobra muy delicada, pués si pinchaba el corazón, el animal fallecía en el acto y no soltaba la sangre -ingrediente principal de la morcilla-. Se decía que en sus estertoreos gruñidos, el animal decía primero: ¡¡acudid, acudid, acudid¡¡ y ya agonizando: ¡ya pa que, ya pa qué¡ daba un par de patadas y quedaba para la segunda fase que era "el churrascao" con las arbulagas y bolinas, se quemaban los pelos y con yesones se limpiaba la piel quemada. Después se le tiraba agua caliente, se lavaba y afeitaba bién, se le metía el "camal" entre los tendones de los jamones y con una soga se colgaba de una reja o de un árbol del huerto. "Si quieres ver tu cuerpo humano, abre un ma...." Se abría y se le sacaban primero las tripas, que se depositaban en el "menuero" forrado con hojas de col, para que no se rompieran. El "guajerro", la asadura y el corazón se separaban y ponían en un lebrillo. Se le extraían un trozo de carrillera y otro de costilla, que se mandaban a analizar al veterinario. Una vez, bién abierto, limpio y escurrido se subía a las camaras y se colgaba frente a una ventana que diera a la sierra, allí se dejaba hasta el siguiente día.
Las mujeres llegaban, tomaban café y pan de aceite y torta y se iban al río a lavar las tripas. Volvían a la hora de comer, cuando làs migas -las ricas migas de matanza- estaban en la mesa, dispuestas en el perol en que se hacían y rodeadas de todo tipo de engañifa: uvas, naranjas, ensalada de escarola y granás, sardinas asás, pescaillo seco, boquerones encañaos, arenques, rábanos y rabanillas, berros, chicorias, vinagreras, ajos y cebollas asaos, pimientos fritos, tocinillo frito, etc. Todos los adultos comian del perol, de pie y cada uno por su laico. Los niños -que no habíamos hecho la primera Comunión- comíamos aparte, en platos y sentados. Las bromas y juerga eran constantes durante los dos días, máxime a la hora de comer, cuando todos los asistentes estábamos juntos.
Después de comer se empezaba a preparar la masa de la morcilla. Se picaban la cebolla cocida y la calabaza a la que se añadía la "pringue" "échale pringue y no me la vuelvas". Se le ponia la sangre en la que se echaban las especias: clavo, canela, matalahuva, pimentón, orégano,perejil, ajo, pimienta, sal. Se amasaba todo bién y se probaba, frillendo un pegote de masa en una sartencilla -ésto a mí me encantaba-, una vez conseguido el punto de sal y especias se llenaba con "los morcilleros". Había quien le tostaba unas almendras y alguna "bolilla", para darle un toquecillo picante. Después de embutida, había que cocerla en una caldera con agua hirviendo y sal. Se tenía que hacer con sumo cuidado, pués algunas tripas podían reventarse y ya no se podían recuperar. Una vez cocida se colgaba en unas cañas, en el cuarto de los atrojes o las cámaras, bién ventilada.
La cena consistía -en mi casa- en un potaje "de invierno" con habichuelas secas y papas. De segundo morcilla frita y uvas, peros y naranjas de postre.
Durante todo el día, los niños estábamos "en el meceor", que se hacía en los portales o cuadras. Ayer mismo estuvo aquí mi sobrina de 4 años y como que tenemos un columpio en el patio, mientras la columpiaba le cantaba aquellas coplillas de meceor: La pavica la pavana, que pone los huevos cada semana, pone uno, pone dos, pone tres... y así hasta diez o más.Y otra: Debajo de aquel puente, había un penitente, comiendo pan y aceite, le pedí una sopica, no me la quiso dar, fuí al corral, me encontré un dedal, se lo dí a mi tía, pa la última mecía, que escurra el aceite, que escurra la sal, que ha dicho mi abuela que no escurra más. Y otra más: Cerecica cerezón, que viene el diablo con un tizón, apartando a los más chicos y a los más grandes del meceor...Y volvíamos a irnos a la cama cansados, contentos y con ganas de que llegara el siguiente día, el día del "gasto".
Un cordial saludo desde Bigues i Riells, espero que os guste y os haga recordar viejos tiempos.
Fuente de la información: FORO-CIUDAD de Cádiar, mensaje editado por PAVIBARMA.
LA MATANZA, día 1º.
La noche anterior, era de aquellas noches en la que a los niños de la casa nos costaba tanto dormirnos; soñabamos despiertos con el día "de follollo" -cómo se le decìa en Cádiar-. Nuestros padres se levantaban al ser de día, o antes; y nosotros esperábamos que empezaran a rebullirse pa saltar de la cama también.
Se echaban unas astillas al fuego -que no se había apagado- y se ponía un bidón lleno de agua para pelar y afeitar a las víctimas. "Quien repara en pelos no come tocino", se dice, pero se agradece un buén cacho tocino en el puchero sin pelos en la corteza. También se preparaba una buena olla para hacer café malta. Y sobre todo una buena mesa con mantel y numerosas bandejas con higos secos, almendras tostás, nueces, castañas y pan de aceite, tortas en lata, mantecaos etc, además de vino de la casa, aguardiente, coñac y otros licores. Era el pica-pica que se tomaba conforme iban llegando los convidaos -hombres- antes que se hiciera de día. De hecho, la escabechina empezaba antes del alba; hasta el punto que cuando encendíamos la primera arbulaga aún era noche cerrada. También llegaba la matancera para "parar la sangre", a fin de que no se coagulara, en el momento que el mataor lavaba la papada del animal y metía su afilado cuchillo hasta casi tocar el corazón. Era esta una maniobra muy delicada, pués si pinchaba el corazón, el animal fallecía en el acto y no soltaba la sangre -ingrediente principal de la morcilla-. Se decía que en sus estertoreos gruñidos, el animal decía primero: ¡¡acudid, acudid, acudid¡¡ y ya agonizando: ¡ya pa que, ya pa qué¡ daba un par de patadas y quedaba para la segunda fase que era "el churrascao" con las arbulagas y bolinas, se quemaban los pelos y con yesones se limpiaba la piel quemada. Después se le tiraba agua caliente, se lavaba y afeitaba bién, se le metía el "camal" entre los tendones de los jamones y con una soga se colgaba de una reja o de un árbol del huerto. "Si quieres ver tu cuerpo humano, abre un ma...." Se abría y se le sacaban primero las tripas, que se depositaban en el "menuero" forrado con hojas de col, para que no se rompieran. El "guajerro", la asadura y el corazón se separaban y ponían en un lebrillo. Se le extraían un trozo de carrillera y otro de costilla, que se mandaban a analizar al veterinario. Una vez, bién abierto, limpio y escurrido se subía a las camaras y se colgaba frente a una ventana que diera a la sierra, allí se dejaba hasta el siguiente día.
Las mujeres llegaban, tomaban café y pan de aceite y torta y se iban al río a lavar las tripas. Volvían a la hora de comer, cuando làs migas -las ricas migas de matanza- estaban en la mesa, dispuestas en el perol en que se hacían y rodeadas de todo tipo de engañifa: uvas, naranjas, ensalada de escarola y granás, sardinas asás, pescaillo seco, boquerones encañaos, arenques, rábanos y rabanillas, berros, chicorias, vinagreras, ajos y cebollas asaos, pimientos fritos, tocinillo frito, etc. Todos los adultos comian del perol, de pie y cada uno por su laico. Los niños -que no habíamos hecho la primera Comunión- comíamos aparte, en platos y sentados. Las bromas y juerga eran constantes durante los dos días, máxime a la hora de comer, cuando todos los asistentes estábamos juntos.
Después de comer se empezaba a preparar la masa de la morcilla. Se picaban la cebolla cocida y la calabaza a la que se añadía la "pringue" "échale pringue y no me la vuelvas". Se le ponia la sangre en la que se echaban las especias: clavo, canela, matalahuva, pimentón, orégano,perejil, ajo, pimienta, sal. Se amasaba todo bién y se probaba, frillendo un pegote de masa en una sartencilla -ésto a mí me encantaba-, una vez conseguido el punto de sal y especias se llenaba con "los morcilleros". Había quien le tostaba unas almendras y alguna "bolilla", para darle un toquecillo picante. Después de embutida, había que cocerla en una caldera con agua hirviendo y sal. Se tenía que hacer con sumo cuidado, pués algunas tripas podían reventarse y ya no se podían recuperar. Una vez cocida se colgaba en unas cañas, en el cuarto de los atrojes o las cámaras, bién ventilada.
La cena consistía -en mi casa- en un potaje "de invierno" con habichuelas secas y papas. De segundo morcilla frita y uvas, peros y naranjas de postre.
Durante todo el día, los niños estábamos "en el meceor", que se hacía en los portales o cuadras. Ayer mismo estuvo aquí mi sobrina de 4 años y como que tenemos un columpio en el patio, mientras la columpiaba le cantaba aquellas coplillas de meceor: La pavica la pavana, que pone los huevos cada semana, pone uno, pone dos, pone tres... y así hasta diez o más.Y otra: Debajo de aquel puente, había un penitente, comiendo pan y aceite, le pedí una sopica, no me la quiso dar, fuí al corral, me encontré un dedal, se lo dí a mi tía, pa la última mecía, que escurra el aceite, que escurra la sal, que ha dicho mi abuela que no escurra más. Y otra más: Cerecica cerezón, que viene el diablo con un tizón, apartando a los más chicos y a los más grandes del meceor...Y volvíamos a irnos a la cama cansados, contentos y con ganas de que llegara el siguiente día, el día del "gasto".
Un cordial saludo desde Bigues i Riells, espero que os guste y os haga recordar viejos tiempos.
Fuente de la información: FORO-CIUDAD de Cádiar, mensaje editado por PAVIBARMA.
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